A mi edad, con canas en el pecho, se podría decir que soy un tipo maduro, aunque, si me lo preguntas, te contetaría que no lo soy, sobretodo emocionalmente. Por lo que a la sociedad se refiere sí, no me tiro pedos en público, ni me saco mocos, respeto las colas, abro la puerta a las señoras y cedo el asiento a las personas mayores.
Hoy me da por escribir porque no sé si esto de lo que voy a hablar es un tema de madurez, o quizá más de empatia. La verdad es que mis neuronas espejo creo que se rompieron hará mucho tiempo en alguna borrachera adolescente, porque yo, de empatía, cero coma cero.. o cero coma uno, a lo sumo.
Sin embargo, también me he dado cuenta de que la gente tampoco tiene mucha más empatía que yo. Sin ir más lejos, la barrabasada de Arias Cañete diciendole a la gente gente que para ahorrar que se duche con agua fria, por poner un ejemplo más abstracto, o por concretar un poco lo que me ha pasado estos días.
Llega una hora por la tarde, a eso de las 18 más o menos, llamo a una persona, la persona no me coge. Hasta aquí todo bien. Una llamada perdida. Las llamadas perdidas existen, siempre existirán, al menos en este universo. Una vez asumido que la gente no puede estar disponible siempre que tú lo desees no hay mayor problema.
El problema viene después, con el whatsapp y otras mensajerias instantaneas (no por las mensajerías sino por las personas que las utilizamos).Le mandas un mensaje a esa persona diciéndole que le has llamado -como si el móvil no registrase las llamadas perdidas-. Te pregunta que para que le llamabas le dices que para nada importante, que no necesitabas un riñon suyo, y que sólo querías preocuparte por esa persona. La persona te contesta que no pudo cogerte el telefono con alguna excusa, más o menos convincente. A estas alturas de mi vida, y repitiéndome, ya con canas en el pecho. La excusa me es indiferente, si no pudo o no quiso el resultado es el mismo. No me molesta, yo intenté saber de esa persona y recibió mi intento de comunicación.
Ahondando más en el problema, la persona te dice que después, cuando no esté ocupada, te llamará. Yo contesto; no es necesario. Yo ya sé que la otra persona está bien, con eso me conformo. Le añado, después de decirle que no hace falta que me llame que ahora no puedo atenderle porque voy a estar yo ahora ocupado.
Pues bien, la otra persona se molesta. Empieza la discusión y yo sin comprender nada; ¿si tú estas ocupado para cogerme el telefono, no puedo estarlo yo cuando tu me llames? ¿es acaso más importante tu tiempo que el mio? Por lo visto nunca puedo hacerme entender y por mucho que siga escribiendo esto, esas personas seguiran sin comprenderlo hasta que reflexionen y piensen un poco en los demás.
Os invito a todos, a usted tambien señor Cañete, a ponernos en el punto de vista de los demás y nos demos cuenta de cuan importante es que tengamos agua caliente para ducharnos o que podamos disfrutar de una comida sin interrupciones o que podamos dar de comer a nuestro hijo pequeño o llevar a dormir a nuestros hijos.
Hoy me da por escribir porque no sé si esto de lo que voy a hablar es un tema de madurez, o quizá más de empatia. La verdad es que mis neuronas espejo creo que se rompieron hará mucho tiempo en alguna borrachera adolescente, porque yo, de empatía, cero coma cero.. o cero coma uno, a lo sumo.
Sin embargo, también me he dado cuenta de que la gente tampoco tiene mucha más empatía que yo. Sin ir más lejos, la barrabasada de Arias Cañete diciendole a la gente gente que para ahorrar que se duche con agua fria, por poner un ejemplo más abstracto, o por concretar un poco lo que me ha pasado estos días.
Llega una hora por la tarde, a eso de las 18 más o menos, llamo a una persona, la persona no me coge. Hasta aquí todo bien. Una llamada perdida. Las llamadas perdidas existen, siempre existirán, al menos en este universo. Una vez asumido que la gente no puede estar disponible siempre que tú lo desees no hay mayor problema.
El problema viene después, con el whatsapp y otras mensajerias instantaneas (no por las mensajerías sino por las personas que las utilizamos).Le mandas un mensaje a esa persona diciéndole que le has llamado -como si el móvil no registrase las llamadas perdidas-. Te pregunta que para que le llamabas le dices que para nada importante, que no necesitabas un riñon suyo, y que sólo querías preocuparte por esa persona. La persona te contesta que no pudo cogerte el telefono con alguna excusa, más o menos convincente. A estas alturas de mi vida, y repitiéndome, ya con canas en el pecho. La excusa me es indiferente, si no pudo o no quiso el resultado es el mismo. No me molesta, yo intenté saber de esa persona y recibió mi intento de comunicación.
Ahondando más en el problema, la persona te dice que después, cuando no esté ocupada, te llamará. Yo contesto; no es necesario. Yo ya sé que la otra persona está bien, con eso me conformo. Le añado, después de decirle que no hace falta que me llame que ahora no puedo atenderle porque voy a estar yo ahora ocupado.
Pues bien, la otra persona se molesta. Empieza la discusión y yo sin comprender nada; ¿si tú estas ocupado para cogerme el telefono, no puedo estarlo yo cuando tu me llames? ¿es acaso más importante tu tiempo que el mio? Por lo visto nunca puedo hacerme entender y por mucho que siga escribiendo esto, esas personas seguiran sin comprenderlo hasta que reflexionen y piensen un poco en los demás.
Os invito a todos, a usted tambien señor Cañete, a ponernos en el punto de vista de los demás y nos demos cuenta de cuan importante es que tengamos agua caliente para ducharnos o que podamos disfrutar de una comida sin interrupciones o que podamos dar de comer a nuestro hijo pequeño o llevar a dormir a nuestros hijos.
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